"Quiero ver amanecer"
¡Buenas tardes!
Sé que ayer no escribi. Mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa. Sé que todos no lo han visto, estoy en ello pero ¡tengo Twitter! Seee, soy así. Así que ayer me puse con el Twitter y con la lectura de uno de los libros y no subí la entrada correspondiente. Pero aquí estoy hoy subiéndola pronto. No todo es malo.
Hoy vuelvo con el reto y la verdad es que en parte la entrada de hoy es culpable de que la haya retasado:
Primero fue dificil decidirme sobre qué recuerdo escribir, porque de repente, no aparecen recuerdos o surgen un montón. Así que mientras subí los otros relatos estuve buscando cuál era el más adecuado y por fin pensé cuál era... Espero que les guste.
«Era chiquitita, tendría como mucho cinco años pero para la corta edad tenía una gran meta: quería ver amanecer.
No recuerdo el porqué pero aquella noche solo estábamos mi abuela materna, mi abuela Trini y yo. Ella se había quedado a dormir en casa y sabía que era mi oportunidad, era mi gran momento. Cualquier otra noche sería imposible. Mis padres me mandarían a dormir (lo normal, alguien que tiene pesadillas tiene que aprovechar cada minuto de buen sueño). Pero yo quería ver como cambiaba la noche en día.
Desde la enorme cama matrimonial de mis padres me tumbaba y veía por la ventana como atardecía el día se hacía noche, ¡era hermoso! Los celestes se convertían en amarillos, naranjas, rojos. Primero tonos claros y luego más intensos hasta que todo se volvía oscuro; luego el cielo se llenaba de estrellas, todo eran tan oscuro y brillante. Me comía la curiosidad por ver como sería el cielo en el caso contrario.
Le pedí a mi abuela si me podía quedar despierta hasta que saliera el sol y ella me dijo que si. Creo que me lo dijo para dejarme contenta, no se imaginaba lo que le esperaba.
— A dormir, cielito.
— Quiero ver salir el sol, abu.
Pobre Abu... No recuerdo con exactitud todas las veces que me intentó meter en la cama, ni todas las cosas que me dijo pero al final ella permaneció acostada intentando dormir mientras que yo estaba de rodillas sobre el mueble, con la barbilla sobre las manos mirando por la ventana y esperando ver el sol por la ventana.
¡Qué aburrimiento! ¡Pobre Abuela! Ella intentando dormir y yo pasaba de la ventana a la cama y viceversa. No se hacen una idea de lo eterna que puede resultar una noche para una niña de unos cinco años que lo único que le interesa es ver salir el sol.
Y por fin llegó el momento... Tras una eternidad, estaba sentada junto a la ventana cuando vi como poco a poco el cielo dejó de ser tan negro para ser de una tonalidad azul oscura. Recordemos que llevaba toda una noche despierta observando sus cambios, si hubiera estado interesada en las estrellas podría haberme convertido en astrónoma ese día pero estuve horas pensando historias bajo su luz.
Volvamos al cielo. Había cambiado su tono, era más claro pero por fin había comenzado. Eran entre las cinco y media, y las seis. Ha pasado tanto que no recuerdo la hora con exactitud pero recuerdo haber mirado el reloj. De un salto bajé del mueble en el que estaba arrodillada, fui junto a mi abuela y la moví para despertarla.
— Abu, está saliendo el sol.
— Bien, cielito.
— Vení, Abu. Mirá.
— Ahora voy.
No vino, claramente. Estaba dormida y bien que hizo pero con esa frase me hizo feliz y yo de un salto volví a la ventana para contemplar la victoriosa salida del sol y mi más que victoriosa noche. ¡Por fin estaba viendo amanecer! Aunque era algo decepcionante: el sol no sale tan rápido como se oculta. Eso fue algo que pensé (no con esas palabras, claro) mientras veía desaparecer el negro y el azul oscuro dejando lugar al verde claro y el celeste, al amarillo y el dorado.
No era tan impresionante. El cielo era bonito pero era más bonito ver como los edificios dejaban de ser negros y gris oscuro y tenían otra vez colores, y los árboles que eran cosas negras tenían sus hojas.
Con una sonrisa y la sensación de que por fin había visto lo que tanto quería me bajé del mueble, rodeé la cama y me metí en ella para descansar. Me dormí al momento con una sonrisa. Esa noche no tuve pesadillas.»
Espero que les haya gustado, es un recuerdo al que siempre le tuve mucho cariño. Nos vemos pronto, ¡saludos!
Sé que ayer no escribi. Mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa. Sé que todos no lo han visto, estoy en ello pero ¡tengo Twitter! Seee, soy así. Así que ayer me puse con el Twitter y con la lectura de uno de los libros y no subí la entrada correspondiente. Pero aquí estoy hoy subiéndola pronto. No todo es malo.
Hoy vuelvo con el reto y la verdad es que en parte la entrada de hoy es culpable de que la haya retasado:
#10 - Escribe un recuerdo de tu niñez.
Primero fue dificil decidirme sobre qué recuerdo escribir, porque de repente, no aparecen recuerdos o surgen un montón. Así que mientras subí los otros relatos estuve buscando cuál era el más adecuado y por fin pensé cuál era... Espero que les guste.
Quiero ver amanecer
«Era chiquitita, tendría como mucho cinco años pero para la corta edad tenía una gran meta: quería ver amanecer.
No recuerdo el porqué pero aquella noche solo estábamos mi abuela materna, mi abuela Trini y yo. Ella se había quedado a dormir en casa y sabía que era mi oportunidad, era mi gran momento. Cualquier otra noche sería imposible. Mis padres me mandarían a dormir (lo normal, alguien que tiene pesadillas tiene que aprovechar cada minuto de buen sueño). Pero yo quería ver como cambiaba la noche en día.
Desde la enorme cama matrimonial de mis padres me tumbaba y veía por la ventana como atardecía el día se hacía noche, ¡era hermoso! Los celestes se convertían en amarillos, naranjas, rojos. Primero tonos claros y luego más intensos hasta que todo se volvía oscuro; luego el cielo se llenaba de estrellas, todo eran tan oscuro y brillante. Me comía la curiosidad por ver como sería el cielo en el caso contrario.
Le pedí a mi abuela si me podía quedar despierta hasta que saliera el sol y ella me dijo que si. Creo que me lo dijo para dejarme contenta, no se imaginaba lo que le esperaba.
— A dormir, cielito.
— Quiero ver salir el sol, abu.
Pobre Abu... No recuerdo con exactitud todas las veces que me intentó meter en la cama, ni todas las cosas que me dijo pero al final ella permaneció acostada intentando dormir mientras que yo estaba de rodillas sobre el mueble, con la barbilla sobre las manos mirando por la ventana y esperando ver el sol por la ventana.
¡Qué aburrimiento! ¡Pobre Abuela! Ella intentando dormir y yo pasaba de la ventana a la cama y viceversa. No se hacen una idea de lo eterna que puede resultar una noche para una niña de unos cinco años que lo único que le interesa es ver salir el sol.
Y por fin llegó el momento... Tras una eternidad, estaba sentada junto a la ventana cuando vi como poco a poco el cielo dejó de ser tan negro para ser de una tonalidad azul oscura. Recordemos que llevaba toda una noche despierta observando sus cambios, si hubiera estado interesada en las estrellas podría haberme convertido en astrónoma ese día pero estuve horas pensando historias bajo su luz.
Volvamos al cielo. Había cambiado su tono, era más claro pero por fin había comenzado. Eran entre las cinco y media, y las seis. Ha pasado tanto que no recuerdo la hora con exactitud pero recuerdo haber mirado el reloj. De un salto bajé del mueble en el que estaba arrodillada, fui junto a mi abuela y la moví para despertarla.
— Abu, está saliendo el sol.
— Bien, cielito.
— Vení, Abu. Mirá.
— Ahora voy.
No vino, claramente. Estaba dormida y bien que hizo pero con esa frase me hizo feliz y yo de un salto volví a la ventana para contemplar la victoriosa salida del sol y mi más que victoriosa noche. ¡Por fin estaba viendo amanecer! Aunque era algo decepcionante: el sol no sale tan rápido como se oculta. Eso fue algo que pensé (no con esas palabras, claro) mientras veía desaparecer el negro y el azul oscuro dejando lugar al verde claro y el celeste, al amarillo y el dorado.
No era tan impresionante. El cielo era bonito pero era más bonito ver como los edificios dejaban de ser negros y gris oscuro y tenían otra vez colores, y los árboles que eran cosas negras tenían sus hojas.
Con una sonrisa y la sensación de que por fin había visto lo que tanto quería me bajé del mueble, rodeé la cama y me metí en ella para descansar. Me dormí al momento con una sonrisa. Esa noche no tuve pesadillas.»
Espero que les haya gustado, es un recuerdo al que siempre le tuve mucho cariño. Nos vemos pronto, ¡saludos!
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